Aleja y Carlos eligieron una antigua casa llena de encanto y recuerdos para su sesión de postboda, y no podría haber sido un escenario más perfecto. Cada rincón de la casa parecía tener su propia historia, y ellos lograron llenar cada espacio con su amor y su energía. Fue maravilloso capturar los detalles: las miradas cómplices, las risas compartidas y los abrazos llenos de ternura que contrastaban con las paredes envejecidas y los pasillos llenos de historia. Esa mezcla de nostalgia y amor nuevo hizo que la sesión fuera mágica y especial.